Young All Around The World !
Reflexiones, imágenes, vídeos, música, paisajes. Lo que los jóvenes queremos alrededor del mundo!
domingo, 26 de mayo de 2013
La melodía del Piano
Instrumento musical de cuerda, que consta de una gran caja
de resonancia en cuyo interior se aloja el arpa, y un teclado que acciona los
martillos que la pulsan.
El piano es una de las grandes madres de la música, ya que
es uno de los instrumentos que genera el ritmo base.
La melodía del piano es una de las hermosas y angelicales,
la cual es capaz de llevarte más allá a otros mundos.
viernes, 24 de mayo de 2013
Titulo: No culpes a nadie
Autor: Pablo Neruda (Poeta Chileno, 1904-1973)
Nunca te quejes de nadie, ni de nada,
porque fundamentalmente tu has hecho
lo que querías en tu vida.
Acepta la dificultad de edificarte a ti
mismo y el valor de empezar corrigiéndote.
El triunfo del verdadero hombre surge de
las cenizas de su error.
Nunca te quejes de tu soledad o de tu
suerte, enfréntala con valor y acéptala.
De una manera u otra es el resultado de
tus actos y prueba que tu siempre
has de ganar.
No te amargues de tu propio fracaso ni
se lo cargues a otro, acéptate ahora o
seguirás justificándote como un niño.
Recuerda que cualquier momento es
bueno para comenzar y que ninguno
es tan terrible para claudicar.
No olvides que la causa de tu presente
es tu pasado así como la causa de tu
futuro será tu presente.
Aprende de los audaces, de los fuertes,
de quien no acepta situaciones, de quien
vivirá a pesar de todo, piensa menos en
tus problemas y más en tu trabajo y tus
problemas sin eliminarlos morirán.
Aprende a nacer desde el dolor y a ser
más grande que el más grande de los
obstáculos, mírate en el espejo de ti mismo
y serás libre y fuerte y dejarás de ser un
títere de las circunstancias porque tu
mismo eres tu destino.
Levántate y mira el sol por las mañanas
y respira la luz del amanecer.
Tú eres parte de la fuerza de tu vida,
ahora despiértate, lucha, camina, decídete
y triunfarás en la vida; nunca pienses en
la suerte, porque la suerte es:
el pretexto de los fracasados.
lunes, 13 de mayo de 2013
La ira.
Todos hemos
experimentado la ira alguna vez. ¡Incluso algunos disfrutamos con ella! La ira
es un obstáculo al crecimiento espiritual y puede adoptar muchas formas:
gritos, violencia, respuestas cortantes y tonos hirientes, fumar comprar, comer
en exceso, dejar de comer, beber, drogarse, entre otras muchas cosas.
¿De dónde
procede toda nuestra ira? Si examinamos esta poderosa emoción, hallaremos que
gran parte de nuestra ira realmente procede del miedo a no poder controlar el
resultado de una determinada situación o las acciones de los demás. Surge de
nuestra no aceptación de una situación dada o de la manera en que una persona
está actuando, que es diferente de la manera en que nosotros actuaríamos. No
entendemos por qué los demás no hacen las cosas a nuestra manera. A veces, la
ira proporciona a la persona enojada una sensación que la hace sentirse viva.
El corazón se acelera y la respiración se hace más rápida. La ira parece crear
energía. Yo solía disfrutar de mi ira porque me hacía sentir como si mis nervios
estuviesen calientes y listos para entrar en acción. ¡Había excitación en el
aire! Pero me di cuenta de que, además de la ira, existían formas más
productivas de sentirse vivo, y que las consecuencias de querer sentir más ira,
en lugar de menos, me perjudicaban, mental o físicamente.
Muy
frecuentemente culpamos a los demás y a las circunstancias de nuestra ira.
¿Cuántas veces ha dicho usted: "¡Me sacas de quicio!"? En realidad,
no es la otra persona quien le ha sacado de quicio, sino usted mismo. Posiblemente
porque sintió que la manera en que aquella persona estaba actuando no era la
manera en que usted habría actuado. Para usted, esa persona estaba equivocada.
Este pensamiento confunde mucho porque es sumamente sutil y por lo general pasa
inadvertido y nuestra mente consciente no lo detecta. Un ejemplo típico de cómo
nuestra ira se puede basar en el deseo de control puede verse en una frase como
ésta, no tan infrecuente: "No puedo creer que ella hiciese eso. Me pone a
cien. Yo en su lugar hubiera...".
Nos hemos
convertido en personas que, en vez de aceptar a los demás, tenemos miedo de
quienes son diferentes de nosotros. Es un círculo vicioso que hemos creado y
del que debemos aprender a salir. Si alguien actúa o parece diferente, lo
clasificamos y encasillamos y decimos que está equivocado, tal vez porque se
viste o comporta de una determinada manera. Pero en realidad no estamos
enojados con esa persona porque es diferente, sino que más bien sentimos
envidia porque es lo suficientemente libre para ser ella misma. No tiene miedo
a vestir de un modo diferente, a manejar una situación de una manera diferente,
a ser exactamente quien es, inmune a nuestro control.
Somos una
especie predecible, pero al mismo tiempo también somos distintos. Cada uno de
nosotros tiene sus propias características y personalidad individual. Pero de
algún modo todavía esperamos que nuestros hijos sean "iguales que
nosotros" y, cuando no lo son y desarrollan sus propias opiniones acerca
de las cosas, nos enfadamos y decimos cosas tales como: "No pareces hijo
mío. No sé de dónde sacas esas ideas. No eres como tu madre ni como yo".
¿Por qué nos enfadamos de esa manera?
Nuestro hijo
¿cometió un delito o simplemente expresó puntos de vista que son diferentes de
los nuestros? Intentamos enseñar a nuestros hijos a sostenerse sobre sus pies,
pero a la vez les enviamos mensajes verbales contradictorios. Lo que realmente
les decimos es: "Puedes ser independiente y tener tus propias opiniones,
pero con tal de que esas opiniones coincidan con las nuestras". Tenemos
que aceptar a los demás como son y permitirles que sean lo que sienten
necesidad de ser.
La ira puede
proceder del miedo, la inseguridad, los celos y la envidia. Nos enojamos con
los demás porque en alguna parte, en lo más hondo de nuestra psique,
inconscientemente, les vemos hacer algo que nosotros siempre hubiésemos querido
hacer y que, por una razón u otra, jamás hicimos. Entonces, en vez de celebrar
sus éxitos, los humillamos, porque no podemos aceptar la ira que experimentamos
en nuestro interior por no haber tenido el valor suficiente para llevar a cabo
nuestros propios sueños y deseos. En resumen: hemos vendido la libertad de ser
nosotros mismos y nos hemos amoldado a una sociedad que nos dice "esto se
hace y esto no se hace". Al enfrentarnos con nuestra ira y su verdadero
origen, podemos enfrentarnos con nuestros propios defectos.
Responsabilizarnos
de nuestra ira y nuestros actos, y ser honestos con relación a nuestras
emociones, constituye una de las claves para hallar la felicidad en nuestro
interior, y la mejor cosa que jamás podremos hacer por nosotros mismos.
Considérelo como una inversión a largo plazo. Responsabilícese de sus
sentimientos y su ira en vez de echar la culpa a los demás.
Para
garantizar la felicidad y la paz interiores, tenemos que conocer de dónde surge
nuestra ira y examinar honestamente esa fuente. Lo que descubrimos sobre
nosotros mismos no tiene que confesarse en medio de la sala de estar o en la
cafetería del trabajo o proclamarse desde una tribuna. Puede admitirse en
silencio, interiormente, en un momento de reflexión, y no hay necesidad alguna
de hablar de ello.
Nadie más que
nosotros mismos es responsable de nuestra vida y nuestros actos. Algunas veces
el hecho o la palabra que despiertan la ira no son su verdadera causa. Quizás
es otra cosa que se halla por debajo de las emociones, enterrada, hasta que
algo dicho con toda la inocencia hace que la ira salga a la superficie. Cuando
esto sucede, lo mejor que se puede hacer es abordar directamente esa ira. ¡Se
quedará muy sorprendido al saber de dónde procede, e incluso del tiempo que ha
estado oculta en su interior!
Bien, ahora
ya tiene una idea de por qué se enoja. Pero ¿qué puede hacer para detener lo
que usualmente acaba siendo un choque de trenes mental? La respuesta:
aceptación y comprensión. ¿Por qué está tan enojado y molesto por tener que
hacer una larga cola en el banco en una mañana de sábado? Porque tiene tantas
cosas que hacer... Pero ¿tiene que hacerlo todo precisamente esa mañana? No, pero
quiere hacerlas, de ese modo la próxima semana dispondrá de más tiempo libre. Y
mientras está de pie y haciendo cola, mirando con impaciencia al empleado, que
parece que tarda demasiado en realizar cada transacción, su irritación va en
aumento. Ahora trate de contemplar la escena desde un punto de vista un poco
diferente: el empleado ciertamente tarda más de lo que usted desearía, pero
está haciendo bien su trabajo. Está asegurándose de que las operaciones se
realizan sin errores y que entrega la cantidad correcta de dinero a cada
cliente. Cuando le llegue su turno, ¿no le gustaría recibir la misma atención?
Aunque no nos
demos cuenta de ello, somos los causantes de gran parte de nuestra ira.
Necesitamos dar un paso hacia atrás para percatarnos de dónde procede toda esa
ira. Hay mucho que aprender sobre esta emoción intensa. Una gran manera de
enfrentarse con ella es interrogarnos constantemente y tratar de descubrir en
nuestro interior por qué nos sentimos tan irritados con una determinada persona
o situación. Después de cada respuesta debemos añadir otro "¿por
qué?", hasta que finalmente lleguemos a la raíz de nuestra emoción. Una
vez hayamos contestado todos nuestros "por qué", ¿cuál es el
siguiente paso?
Pues o bien
podemos ignorar lo que hemos aprendido y continuar enojándonos, y posiblemente
acabar con una úlcera de estómago (y no muchos amigos), o podemos renunciar a
nuestros deseos de control, no importa lo inconscientes que sean, admitiendo
que no nos es posible controlar determinadas cosas. No hay nada que podamos
hacer acerca de cómo piensan y actúan los demás. Y tanto si lo aceptamos como
si no, habremos de tratar con ciertas personas y situaciones que serán capaces
de alterarnos y que harán que nos enojemos. Así pues, ¿por qué no soltamos el lastre
de la ira?
Si no lo
soltamos, nuestra ira se incrementará, se volverá hacia el interior y con el
tiempo puede que se manifieste en forma de una enfermedad física. Otro punto
importante es recordar que no pasa nada si no se entiende una relación o una
situación determinada, pero que es imperativo entender que no podemos hacer
nada para modificarla. Ya lo llamaremos karma, destino o proceso de vivir y
aprender, cada uno de nosotros debe intentar decirse a sí mismo: "No
entiendo esta relación, no hay nada que pueda hacer para modificarla, así que
la dejo correr y lo acepto como es".
Si
descubrimos que nuestra ira tiene su origen en la inseguridad o los celos (que
son inseguridad, pero bajo otro disfraz), debemos trabajar para cambiar esta
actitud. Incluso la admisión -en silencio y a nosotros mismos- de cómo
reaccionamos a determinadas circunstancias es el comienzo del cambio.
Cuando antes
hablaba acerca de la ira que se va cociendo a fuego lento, hasta que de repente
algún comentario hace que se vierta, me estaba refiriendo a la ira equivocada.
Suponga que un amigo o un compañero de trabajo hace un comentario y usted
pierde los estribos. ¿De qué está realmente enojado? Puede que no sea de lo que
esta persona ha dicho, sino del tono en que lo ha dicho. Tal vez activó algo en
su interior que le recordó a su padre o a su ex marido o incluso a un profesor
que le hablaba y humillaba con un determinado tono de voz. Por consiguiente, su
ira surge realmente de una situación no resuelta del pasado, más que de un
problema del presente.
¿Cómo se
resuelve la ira equivocada? Enfréntese con la fuente que origina su ira. Puede
que la persona con la que está realmente enojado no responda de manera
receptiva, pero por lo menos habrá sido capaz de hablar con ella acerca del
problema. Sáquelo de su sistema. Si todavía conserva ira por una situación pasada,
y no hay manera de enfrentarse con la persona que estuvo implicada en aquella
situación, escriba una carta, vertiendo en ella todos sus sentimientos lo más
honestamente posible y, en vez de enviarla, quémela, liberándose de todas las
emociones que le han tenido atado durante tanto tiempo. Al mismo tiempo que
quema la carta, pida perdón a esa persona, para esa persona y para usted mismo,
y pida la curación a los espíritus que guían. Éste es un poderoso ritual, y
ayuda a situar su ira contra los demás y contra las situaciones no resueltas en
el auténtico lugar que le corresponde. También contribuye a dejar atrás el
pasado. Al dejar atrás el pasado, uno está libre para ocuparse del presente
precioso.
dia del profe!
Los profesores, son nuestros segundos padres, ya que aparte de darnos conocimientos de historia, matemática, y otras materias, nos ayudan y nos inculcan los valores necesarios para llegar a ser grandes personas en nuestro futuro.
Valora a tus profes y dales gracias por brindarte la paciencia y el cariño para enseñarte!
domingo, 12 de mayo de 2013
Feliz día mamitas! :3
Las primeras celebraciones del Día de las Madres se remontan
a la antigua Grecia, donde se le rendían honores a Rea, la madre de los dioses
Zeus, Poseidón y Hades.
Igualmente los romanos llamaron a esta celebración Hilaria
cuando la adquirieron de los griegos. Se celebraba el 15 de marzo en el templo
de Cibeles y durante tres días se realizaban ofrendas.
Los católicos transformaron estas celebraciones para honrar
a la Virgen María, la madre de Jesús. En el santoral católico el 8 de diciembre
se celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción, fecha que los católicos
adoptaron para la celebración del Día de las Madres.
En Inglaterra hacia el siglo XVII, tenía lugar un
acontecimiento similar, también relacionado con la Virgen, que se denominaba
Domingo de las Madres. Los niños concurrían a misa y regresaban a sus hogares
con regalos para sus progenitoras. Además, como muchas personas trabajaban para
gente acaudalada y no tenían la oportunidad de estar en sus hogares, ese
Domingo se le daba el día libre para visitar a sus familias.
En 1870 la poetisa y activista Julia Ward Howe escribió la
Proclama del día de las madres, un apasionado llamado a la paz y al
desarme.Durante un par de años, Ward Howe empeñó sus esfuerzos en llevar a cabo
un congreso de esta naturaleza.
De todos modos, en 1873, mujeres en 18 ciudades
estadunidenses realizaron una reunión del Día de las Madres. Boston lo siguió
celebrando durante al menos una década más. Al paso de los años, se fueron
apagando más festejos. Howe continuó trabajando por otras vías por los derechos
de las mujeres y por la paz. El 12 de mayo de 1907 Ana Jervis dos años después
de la muerte de su madre, quiso conmemorar el fallecimiento y organizó un día
de la madre para hacerlo. A partir de entonces encabezó una activa campaña que
fue extendiéndose a todo el territorio de los Estados Unidos.
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